lunes, 28 de abril de 2014

INSOMNIO POR SATURACION


la consecuencia del exceso es distinta 
es complicado no hacerlo demasiado simple
Esta es la experiencia en la que se cimienta mi conocimiento 
y el conocimiento que tienen el resto de las cosas de mi.
El mundo es lo que no ves 
todo lo demás es lo que ves 
y eso no es mundo, son solo secuencias rotas de espacio tiempo,
ideogramas que de si mismo tiene Dios.

Esta es la verdad y no lo que tú quieres que sea.
La verdad no eres tú, ni tus caderas.
La verdad no tiene nada que ver con tus dioses
ni con la calle en la que vives
ni con la calle en la que te morirás.
No son los gusanos que irán detrás de las bacterias 
que un día se comerán tus mejores recuerdos y sus sentimientos.
La verdad es todo lo que no se ha dicho sobre lo que es.

Aún estás a tiempo.
Ahorra y opérate
Córtate el pelo
arreglarte la nariz y alárgate el pene 
hasta que alcance el corazón de todas las peluqueras. 
Siempre hay un lunes en el alma de todos los domingos 
para ofrecérselo al todo poderoso Dios de la comunicación audiovisual 
y que tape con ellos los poros de la piel de los cojones de la sociedad que no existe 
y que re-inventa todos los días las razones con las que alimentar a los perro-diarios 
en la sobremesa del mundo esperando
a que entre el delirio y la confusión
yo averigüe 
que esto es poesía porque mañana es jueves
y son las once y media
y no odio ni tengo dinero.
Esto es poesía porque estoy escuchando a los einturzunde Neubauten mientras escribo 
que esto es poesía y mañana lloverá y hará sol y se secará lo que primero estaba mojado.
Esto es poesía y mi nombre se escribirá con letras de cloro 
en la puerta de todos los sanatorios mentales 
así que no me aburras hablándome del tamaño de tus hormonas, 
a otro perro con esa cara de perra triste.
porque esto es poesía 
aunque te llames Juan y no tengas más remedio y no lo entiendas 
y creas que la poesía es otra cosa que habla sobre bares de carretera y alcohol 
y no tengas la suerte de llamarte Eusebio.
Esto es poesía un lunes por la noche dividiéndose en un martes multiplicándose un 
miércoles, 
reduciéndose a un jueves por la mañana, sustrayéndose un viernes jodiendo toda la 
semana 
y por encima de todo es posible que el sábado te la chupen por el culo
o te la metan por le techo
y te la saquen de los riñones y a ti te guste 
y digas; aquí me cabe otra más.
Escucha. 
El infierno es un pensamiento en el que siempre tienes que estar sentado.
Una puta pelirroja-rubia-morena-albina-negra-china
con los pechos hinchados por los ultrasonidos
de la que te enamoras porque tienes un corazón en las antípodas
que te ha dejado un hueco en el pecho tan grande como Dinamarca
y Dinamarca es un país donde nunca has estado
pero sí los protagonistas de un libro 
que regalaron cuando eras un niño
y tú le dijiste a todo el mundo que te lo habías leído
por no decirles que se lo metieran por el culo.
Y ahora tengo que moverme (solo) por mi metro cuadrado
poniendo bien cuidado en no encontrarme contigo.
tú eres e último patriota que va a morir por alguna razón.
Por eso voy a sonreír rápido para que no te des cuenta de que me faltan dientes 
que no estoy solo y no lo ves 
pero son las doce y media en el hemisferio norte de mi cerebro.
Ya es tarde para aprender francés mañana
volveré para inventarme nuevas formas de amarme a mi mismo 
y a través de mis sentidos llegar hasta el centro cósmico del invernadero. 
Y partiendo de esto quizás consiga reconstruirme 
antes de que se termine el tiempo
y ya no tenga que escribirte este último verso.

Todos los días paso por delante de tu casa
hago como que no te veo
y miro hacia el infinito
y no te veo. 
 
 
 
 
 
 
¿Quisiera preguntaros. Como queda mejor; sin el ultimo verso o con él?

viernes, 25 de abril de 2014

La pistola de mi hermano - Clip


LOS CUERVOS SE EMPAREJAN DE POR VIDA. Mihai Ulloa








LAS GRÚAS DEL CIELO


Todo se mezclaba en mi cabeza formando una nube oscura. Recordé que mientras estuve en la cama con fiebre, a ratos recuperaba la consciencia -no estoy seguro de haber soñado que la recuperaba- y entonces papá aprovechaba para contarme la especie de parábola que Gheorghe Ursu le había narrado. La de la ciudad opaca y transparente de Cresbuat. Un viajero venido del tiempo le previno que los hombres abolirían toda guerra y toda desigualdad sólo a cambio de edificar sus ciudades con dos únicos materiales a partir de los cuales se fabricarían todos los elementos de construcción, lo que se estableció por unanimidad y de inmediato. A partir de ese momento y hasta ahora las ciudades no han parado de crecer y todo se levanta con elementos opacos o transparentes y cada ciudadana y ciudadano a su mayoría de edad debe elegir en cuál de ambos tipos de edificios quiere vivir, porque las fábricas están bajo tierra y sólo trabajan las máquinas. Y una vez decidido, la persona pasa a la estadística como ciudadana o ciudadano opaco o transparente. Lo que quiere decir que en las casas transparentes, hasta donde alcance la vista, se ve y te pueden ver, pero están completamente insonorizadas; por el contrario en las opacas no se ve ni te ven tus vecinos, pero todo, absolutamente todo se escucha hasta donde llegue el oído. Y en la estadística siempre hay un empate al cincuenta por ciento entre los que elijen ser opacos o transparentes. La gente apenas sale de casa. Todo el mundo se ha vuelto paranoico. Los transparentes cuando dejan sus hogares silentes y corren a todas partes contando a voces todo lo que han visto dentro de sus casas, hasta que se quedan totalmente afónicos y vuelven. Los opacos cuando salen de sus hogares donde todo se oye, pasan días y noches siguiendo a los transparentes escribiendo todo lo que gritan hasta que sus ojos exhaustos les ciegan y vuelven. Mi padre también dijo que el viajero antes de regresar a su mundo, advirtió que el sólo hecho de pensar cuál de ambas opciones era mejor, ver y ser visto, pero no oír ni ser oído, o por el contrario oír y ser oído, pero no ver ni ser visto, condenaba a la paranoia el destino del que se lo cuestionaba. 

miércoles, 16 de abril de 2014

LA VIDA ES UN BLUF...

La vida es bluf
un uf
y un ay¡ (que cerquita hemos estado)
y limpiarse el sudor
y a veces tragarse los mocos
para parar de llorar
y dejar descansar en la memoria
los recuerdos dados
a la intriga fantástica
del falo y la caverna
de imágenes repetidas hasta el infinito
que sólo sirven para cagarla
encima de amantes modélicos
que creen en eso
que lamen Amor.

lunes, 14 de abril de 2014

LA META ROJA


No lo digo yo.

Lo dicen decenas de filósofos,
Lo gritan miles de científicos.
Lo condenan todas religiones
y el común de los sentidos.

Y yo lo que digo es que ahora que no estoy aquí,
en mi casa que no es la mía,
donde la colada se hace sola,
los pantalones y las camisetas se tienden a dos manos y a dos patas
y luego se doblan -como tantos tontos como tantas otras-
saco de la nevera mi libro favorito de Ortega
“La rebelión de las casas”
 y leo:
“Cuando el que habla
es el síndrome de los tabiques líquidos
se obliga a todas las cosas
a cambiar el continente por el contenido”

Y soy consciente de que ni Ortega ni su alter ego
-Gasset- hablan así. No sé cómo puede ocurrir.
Pero el caso es que ahora que no estoy aquí,
que de mi armario que no es mi armario
cuelgan una paleta, dos jamones, medio chorizo
y unas viandas con etiquetas y nombres de aftersaves,
de cremas hidratantes, desodorantes y botes de colágeno,
saco de un zapatero que hay en el cuarto de baño
un misil intercontinental del tamaño de un pepino de medio kilo
que viene con una cápsula roja con forma de amapola
de la que cuando la miras sale una musiquita
que dice con notas aleatorias:
“usar el cohete solo en caso de ingerir la pastilla,
y la pastilla, solo en caso de que las paredes encojan,
en caso de que la bañera se vuelva una selva,
de la que salga Tarzán y cruce la sala
con la mona Chita montados en el elefante En-Dabua,
o en el inoportuno caso de que la melodía se vuelva esas palabras”

que repiten decenas de filósofos,
gritan miles de científicos,
condenan sin excepción a todas las religiones
y al común de los sentidos.

Yo por eso sigo y os digo
que ahora que no estoy aquí
y que mis ojos ya no son los míos,
veo al mismo tiempo
todos los estados de la materia,
todos los colores que en un mismo flujo la rodean.
Saco mi perfume hecho de los sueños prestados y deseos robados
a esas noches vuestras de insinuaciones y de falsas guerras.
La fragancia que hace que cuando menos te lo esperas
puedas ver en la misma cara,
todas las manos, todas las piernas,
todos los hombros, cinturas y caderas.

Que veas en lugar de las sombras encadenadas a sus dueños,
como pesadas bolas a sus fantasmas etéreos,
auras policromas financiadas con sexo ajeno, como si fueran eternas.
Como si todo el brillo del oro de los cimientos
de la montañosa, chocolatera y relojera Suiza,
fueran tus cumbres, tu lumbre y tus costumbres.
Pero ese es un aroma, una aureola,
que yo que no estoy aquí
puedo afirmar -y no me refiero a que ganes o pierdas peso-
que solo con pensarlo alteran tu campo gravitatorio,
lo que equivale a decir, que el agua de mi ducha es magnética
y la que bebo del grifo tiene color, tiene sabor y es ecléctica,  
como que a través de los cristales de mis ventanas -que ya sabéis que no son las mías-
se le ven las dos caras a la luna,
se le ve la cara a todas mis muñecas.
Se ve todas las veces que la mía fue, es y será
la cara de otras tantas y tantas dobles monedas.
Las mismas que echan al vuelo para decidir

decenas de filósofos
miles de científicos
todas las religiones
y el común de los sentidos,

cuando piensan
definen sus teoremas
imponen sus dogmas
y te engañan a ti que estás aquí.
A ti que crees que la memoria,
como tu vida, tienen una razón,
que la imaginación es un deporte de alto riesgo,
y la realidad -trágate la pirula ya- solo aquello que has visto.

No lo digo yo.




LOS CUERVOS SE EMPAREJAN DE POR VIDA. Mihai Ulloa



COMO ARRIBA ES ABAJO, ABAJO ES ARRIBA.


     Tomamos tierra en el Aeroportul de Baneasa que es como volver a estar abajo; y hacerlo desde el aire contemplando la extensión de los nuevos barrios y bulevares me llenó de una especie de respetuoso orgullo por la urbe en que se está convirtiendo la ciudad. He oído hablar a papá muchas veces de lo pegajoso que puede llegar a ser el calor de Lugo y de Orense, pero la bofetada asfixiante de calor que recibí nada más poner el pié en la escalerilla del avión fue como si Bucarest nos recibiera con su abrazo de vapor rumano, que es un vapor antiguo arrancado al fuego prehistórico de la tierra con el más trabajado sudor. Así era de gratificante volver y contemplar el edificio cilíndrico del aeropuerto y al fondo, sobre el verde oscuro de Herăstrău, un nubarrón negro colisionando con otro gris plomizo. Cuando subimos al coche -que tenía la chapa como una sartén- un rayo cayó sobre el lago y un segundo después se escuchó el latigazo. Nos dirigimos al sur, hacia la Casa Scanteia, al centro de la tormenta. Empezó a caer con fuerza y pasamos en poco tiempo del sofoco del aire recalentado durante toda la tarde a la humedad de la tierra recién regada, y en mi antebrazo extendido por la ventanilla, del tórrido vapor rumano, a las cosquillas y el masaje de los goterones del agua de lluvia; la misma que mojaba también el brazo de Elen por la otra ventana, y que cuando llegamos, del coche a casa, y en menos de un minuto, nos caló a todos por completo. Con todo y con eso, tuve una muy reconfortante sensación al estar por fin en casa. Sólo subir las amplias escaleras y escuchar los besos y la voz de Irina, encantada con nuestro regreso, preguntando si estábamos cansados, si teníamos hambre, me hizo sentir seguridad y cariño, y al llegar a mi habitación, me tumbé en la cama satisfecho pero agotado como lo estaría Ulises de vuelta, no de su Odisea, si no de viajar a través de distintas épocas, culturas y leyendas de la historia, pero sin guías que le mostraran el camino, ni traductores que le previnieran de las mentiras. Ciego de visiones fantásticas, consumido de echar combustible al motor del mundo de aquel que lo imagina y narra su aventura. Ahora todo eso había parado. Hinché varias veces el pecho con el olor de casa y abrí la ventana para que entrara también el aroma del parque, que lo hizo con los silbidos afinados de un mirlo que al atardecer siempre anda por detrás de casa. Cerré los ojos y me dejé llevar por el mirlo y sus melodías de flauta dulce y por la suave fragancia de una de las últimas tardes de verano en casa, que era como volver a estar arriba.






domingo, 6 de abril de 2014

Reflexiones en google

Ayer leí la historia de Pedro (el de Heidi) y dijo Payán que lo de "volutas de humo por la ventana" era una imagen bastante manida. Hoy he buscado esto mismo en google y los resultados me han dejado apabullado:



Hay tres resultados, el primero el de los cabalistas (aplausos) y los dos siguientes son de otro blog, diario virtual de Santa Bárbara. No pensé que al escribir esto me estaría acercando a una santa.
La verdad es que el cuentito en el que se incluyen las volutas es bastante cursi. Va de un viejito:


¿Qué os parece?



sábado, 5 de abril de 2014

Dos poemas que me salen después de leer una novela francesa del diecinueve que no es naturalista, sorprendentemente.




Historia de Pedro (el de Heidi):

Saliendo de su indiferencia prestada, el señor de Fontenay discurrió al tiempo que se atusaba la cabeza, largos párrafos hechos con rueca de hilo fino. Andares quejumbrosos que él achacaba a sus dolores de espalda le obligaron a padecer una postración perpetua en su cama decorada con los más extraños paisajes simbolistas. Una araña le miraba a los ojos en la profundidad de su alcoba, y en sus martirios dejó escapar pensamientos que se escurrieron como volutas de humo por la ventana.
Las volutas volaron un poco sobre prados aburridos, hasta que por fin se hicieron un hueco en el gorro de uno de los críos que pastoreaban ovejas en los alrededores.






***



No querría hacer daños a terceros, pero si por un casual mi lengua arrebujada en el paladar quisiera desatarse no me taparía la boca con la mano ni ningún otro objeto opaco.
Si por un casual señores vestidos de incienso bailaran a la luz de velas huecas en mi tafetán, no les destronaría con ningún canto descafeinado. Si unas ruinas color granate broncíneo abrieran sus huecos al canto de ropas viejas, usadas y recién limpias en el aire de lluvia, no intentaría detenerlas. Ni si quiera dejaría correr riachuelos para poder llenar un embalse lo suficientemente grande como para provocar un tsunami cuando abriera las compuertas. No. Desde luego no haría nada parecido. Ni impregnaría de moco dorado viejas estatuas para que no pudieran moverse de puro pegajoso, ni rasparía anaqueles tiznados de grafito, ni alumbraría ninguna estancia. Ni escupiría fuego para encender velas cortas y gastadas, cubiertas de cera derretida. Sobre todo no haría esto último porque me gusta el color de la cera quemada y estática. No carbonizaría calendarios que enumeraran posibles buenas acciones y demás despropósitos, ni incendiaría iglesias de madera para reafirmarme en alguna creencia arcana, que no pudiera cantar con una lengua de trapo. Tampoco rasgaría cuerdas vocales con una tijera en cada mano, ni planificaría ningún crimen predecible. Ni ahorcaría al mejor de los humanos en un aquelarre siempre vivo. Ni ahuyentaría a la luna con cantos fanáticos henchido de drogas turbias. Ni torrente, ni castillo. Ni anaqueles de mentira, ni preguntas baratas sin sentido. Nada de eso, sino todo lo contrario. 
Escucha. 
El samovar cargado de orina. 
Remuévelo con un palo. Cómo sube el aroma a pis recalentado, que una vez estuvo caliente en viejas vejigas arañadas por la cirrosis. Mira las velas, cómo se apagan ellas solitas. Sin viento, sin brisa. Ni si quiera un estornudo purificador. Joder.